Llegó a despeinar el mundo del whisky. Y lo hace sin prejuicios, rebelde y muy versátil, convirtiéndose en el compañero perfecto para los que se inician en las bondades del scotch. Mezcla de tres whiskies de malta – Glenfiddich, Balvenie y Kininvie -, todos madurados en barricas de roble que se usaron anteriormente para envejecer Bourbon, Monkey Shoulder posee un carácter dulce que se combina con sutiles notas a naranjas, chocolate y algo de Jerez, mientras que en boca se siente suave y con un marcado toque a vainilla y azúcar de cebada. Increíblemente fácil de beber, se puede disfrutar solo o con un par de hielos, pero es a la hora de la mixología cuando luce toda su personalidad. ¿Una muestra? Prueben “Monkey Dreams” en el restaurant Castillo Forestal (Cardenal José María Caro 390, Santiago Centro), una cóctel donde esta joyita es mezclada con frambuesas naturales, agua miel, té de vainilla, ginger beer y espumante; o el “Monkey Kinsa” en el nuevo Kinsa Bar (Constitucion 140, Barrio Bellavista), una combinación que además de este travieso whisky, trae jugo de pomelo, jugo de pera y syrup de té chai, todo aromatizado con canela y decorado con pomelo y pera deshidratada. El resultado son cócteles frescos, equilibrados – aquí el destilado no se pierde – y que huelen a verano. Si el whisky fuese una banda de estrellas de rock, Monkey Shoulder sería el más punkie.
Disponible en 30 bares y restaurantes de Santiago (cócteles varían entre los $ 4.000 y los $ 7.000).