
Este espacio es un verdadero oasis dentro de la capital, un secreto gastronómico escogido dentro del Hotel Las Acacias que gracias a la calidad de su cocina y a su entorno, merece salir rápidamente del anonimato.
Los restaurantes nacen y mueren en una locación; son pocos los lugares que resisten una mudanza. Espacios como La Cascade o Tante Marlene (cada uno con tres direcciones distintas a través de los años) son una verdadera rareza.

A este selecto grupo hace un par de años se sumó Áurea Restaurante, una propuesta que primero abrió en 2019 en la calle Antonia López de Bello, en Bellavista, cosechando aplausos de la crítica y conquistando a un público constante, pero que sufrió en carne propia los embates del estallido social.
En medio de la pandemia la dupla de Ismael Lastra y Tomás Saldivia, sus chefs y dueños, encontraron un nuevo hogar en un inesperado oasis capitalino, el Hotel Las Acacias de Vitacura.

Y es en esta nueva casa de ensueño que han sabido continuar con un estilo de cocina que rinde tributo a la gastronomía chilena y, más que pasarla por una mirada de autor, le aplica un trabajo casi clínico en cocina, con técnicas que se sienten como el bajo de una canción, les dan sustento a sabores arraigados en la memoria gustativa sin ser protagonista.
Así se siente en las Machas Aurelianas, la versión parmesana de este espacio, con unos bivalvos de buen sabor y textura (aunque se hubiera deseado un calibre un poco mayor de las lenguas) cubiertas por una suave pasta de queso parmesano bien derretido, de sabor potente y leve acidez, mezcla que levanta el sabor del molusco.

El mismo estilo se siente en sus Locos, láminas de este producto montados sobre un tartar de papas con mayo, dressing de encurtidos de pepino y rábanos encurtidos y alioli de ajo negro chilote.
En este plato nuevamente la técnica es el actor de reparto, los locos se sienten en su punto, con la textura justa, mientras que las papas, al estar cortadas en un calibre pequeño, tienen menos almidón y se sienten más livianas.

Un plato que está desde los inicios de este lugar es el Garrón de Cordero, preparación que se volvió popular en las cartas de Santiago hace unos siete años, pero que ahora escasea.
Acá, luego de cocinarse por 16 horas, se monta sobre unos ñoquis caseros servidos con una demi glace intensa que sirve de perfecta salsa.

La raíz española de uno de sus dueños se siente en los arroces, platos que acaban de volver a la carta. Probamos su Paella del Mar, arroz bomba cocinado con camarones, ostiones, camarones de río y trozos de una corvina fresquísima.
Intensa, sin sutilezas y cargada de ese rico y adictivo sabor marino, tal vez sólo se echó en falta un poco más de tiempo al fuego para disfrutar de más socarrat, aunque ese detalle con impidió que fuera el mejor plato de la visita. Se sugiere pedir para dos, pero la porción da incluso para tres comensales.

Se siente bien la cocina de Áurea, un lugar que ya tiene platos probados, sabores maduros y un norte claro en cuanto a la carta que quiere mostrar.
Un servicio más afinado y una terraza que esté temperada de manera constante ayudarían a convertir a este lugar en más que un secreto, en un clásico.
Áurea Restaurante.
El Manantial 1781, Vitacura.
(Interior Hotel Acacias de Vitacura)
Mas información en aurearestaurante.cl
@aurearestaurante