Uno de los pocos sobrevivientes gastronómicos del Barrio Bellavista se muestra en forma, con una cocina llena de enjundia y una clientela devota.
Pocos barrios gastronómicos han sufrido más en los últimos años que Bellavista. El centro bohemio más antiguo de Chile vio caer a muchos lugares luego del estallido y la pandemia.
Es así que por estos días son casi inexistentes los espacios que, a lo menos gastronómicamente hablando, valen la pena. Uno de ellos es La Bodeguilla de Cristóbal, una pequeña tasca ubicada en Domínica 5 a los pies del Cerro San Cristóbal; incombustible local con más de dos décadas de vida y que ha logrado lo que pocos lugares: tener una clientela tan fiel, que casi parece un club.
A tanto llega la frecuencia de los asiduos, que incluso hay una mesa reservada todos los días para un sólo cliente.
Hace ya un par de años que su carta tienen algunos clásicos de la cocina española que no se mueven, con alrededor de 70 recetas estables a las que cada día se van sumando nuevas preparaciones dependiendo de lo que entregue el mercado.
Uno de los platos que está desde los inicios es la Tortilla, un plato sencillo que tiene poco de simple. Olvídese de chorizo, cebolla o cualquier otro ingrediente que no sea papa pochada en aceite de oliva, huevo y sal, una trilogía virtuosa que da como resultado uno de los mejores exponentes de la capital, bien sellada por fuera y tremendamente cremosa por dentro.
Si van por los sabores más intensos, la Morcilla de Burgos es un excelente aperitivo. Pariente lejano de nuestra prieta, acá encontramos a un embutido de textura firme, cercana a un chorizo, bien condimentada con arroz anisado y servida tibia luego de un breve paso por la plancha.
Los platos con cuchara tienen a buenos representantes en La Bodeguilla, partiendo por la Fabada Asturiana, un guiso de cremosos porotos (de textura más sedosos que los chilenos) cocinados con chorizo, morcilla y tocino. Esta es una de esas recetas que no importa si se conoce o no la gastronomía española; a la primera cucharada ya se sabe que esta es una receta casera.
Igual de intenso se siente el Cocido Madrileño, plato servido en dos actos; primero en una potente sopa servida sólo con pasta cabellos de ángel. El segundo acto es la parte seca de este cocimiento; pollo, costilla de vacuno, chorizo, garbanzos, zanahoria y apio, una gloriosa y golosa mezcla para levantar muertos.
Otro clásico es el Rabo de Toro al Tempranillo, cola de buey cocinada en vino por al menos cuatro horas y que se deshace de tocarla. Su carne, intensa y llena de colágeno, invade por completo el paladar a penas la ponemos en nuestra boca. Un plato que no se olvida, de esos que dejan huellas en la memoria del sabor.
Su carta de vinos es variable, con una selección de etiquetas españolas y una presencia importante de bodegas pequeñas, micro productores y mostos independientes, así que ideal venir sin prejuicios y dispuestos a probar cepas no tradicionales.
Al visitar la Bodeguilla se comprende que tenga a un verdadero séquito de comensales.
Su cocina honesta y casera, sus vinos que siempre sorprenden, la calidez de sus dueños, Jessica Ayala y Cristóbal Morales, su decoración mediterránea, su servicio atento y su tremenda relación precio – calidad hacen que luego de una vista den ganas de convertirse en fieles de esta causa.
La Bodeguilla de Cristóbal
Domínica 5, Barrio Bellavista, Recoleta.
@labodeguilladecristobal
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