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Carmine: nueva experiencia italiana

Foto: © José Paez

En medio de la avalancha de restaurantes italianos que han surgido en los últimos meses en Santiago, Carmine destaca con una gran puesta en escena, un servicio impecable y una cocina que brilla por la calidad de los ingredientes y la autenticidad de las recetas. 

Instalado en el cuarto nivel de Casacostanera – el nuevo rooftop donde conviven distintas cocinas de altura -, Carmine rinde homenaje a los sabores tradicionales de distintas regiones de Italia. Hablamos de platos clásicos no exentos de detalles creativos, los cuales llegan a nuestra mesa tras un servicio ágil que sorprende durante la noche de un sábado con todas sus ubicaciones llenas.

El ambiente es relajado, pero a la vez refinado. El blanco, el negro y el rojo italiano dominan los espacios de su largo salón, con murallas que dejan ladrillos a la vista como simulando un viejo edificio. Antiguas fotografías de íconos del cine italiano llenan algunos espacios, lo que se complementa con una prolija cocina a la vista y una discreta barra. Afuera, la terraza es fresca y amplia.

Foto: © WhereLunch

Un aperitivo es la mejor idea antes de ir por sus platos. Ya sea un spritz o un cóctel de la casa como el Amore in Rosso ($ 7.200), mezcla de tequila, Campari, zumo de frutilla, zumo de limón y syrup simple, o el Attrazione ($ 7.200), con pisco acholado, Jack Daniel’s Apple, vermú bianco, Jagermeister, zumo de maracuyá y mix de piña y manzana. Coctelería en equilibrio, funcional, que gusta y a precios razonables.

La carta de vinos es práctica. Ordenada de menos a más por precio, se hace fácil elegir la etiqueta que se acomode al gusto y al bolsillo. La selección se concentra en viñas tradicionales chilenas, pero hay algunas excepciones de pequeños productores como Massoc y su Moscatel de Itata ($ 24.900 la botella). Con todo, se siente la ausencia de vinos italianos.

Foto: © Carmine

De su Mozzarella Bar, no hay que dejar de probar la Mozzarella Fior Di Latte ($ 10.900), montada sobre finas rodajas de tomates con aceite de oliva, naranja caramelizada y rúcula con gremolata. Un conjunto fresquísimo, con sabores que se integra muy bien y donde la naranja aporta un rico contrapunto.

Los antipastos, otra gran forma de partir en cualquier restaurante italiano que se precie, se abren paso con preparaciones como el Carpaccio Di Manzo con trufa negra chilena ($ 14.900) una fiesta al paladar que suma la intensidad del queso Parmigiano Reggiano, las notas terrosas del funghi porcini y los champiñones salteados y la inconfundible acidez de las alcaparras.

Foto: © Carmine

El punto de cocción perfecto aparece en sus risottos. Desde versiones preparadas al azafrán y servidas con cubos de atún fresco marinado con zeste de limón y grana de pistacchio ($ 14.900), hasta otras que vienen con crema de gorgonzola dolce y peras al vino blanco ($ 14.500). Platos de gran intensidad aromática, suculentos y armoniosos.

Sus pastas, elaboradas artesanalmente, cuentan con preparaciones como los Bucatini Amatriciana ($ 12.990), con guanciale, tomate, vino blanco y queso pecorino, o los Tagliollini al Funghi ($ 13.500 ),  con salsa de funghi porcini al pomodoro y queso Grana Padano. El uso de moldes de bronce para darle forma y textura a sus pastas – conocida como la técnica de trafilata al bronzo – es clave en la calidad y el sabor, ya que las hace más rugosas logrando que las salsas se adhieran mejor a las pastas.

Foto: © Carmine

El final dolci es gratificante con Ricotta e Limone ($ 6.200), un postre cuya base es una especie de suave y húmedo bizcocho que recuerda a la textura de un Tres Leches, pero con marcadas notas cítricas. El montaje termina con el limón luciendo en múltiples texturas: como crema – coronando al bizcocho -, gel, emulsión y zeste.  Notable.

Carmine
Nueva Costanera 3900, 4to piso, Vitacura.
@carmine.cucina.italiana

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