
Un viaje a lo que sus creadores llaman “la gastronomía del futuro” es lo que se vive en Casa Sanz. Una experiencia de alto vuelo inmersa en un espacio de exquisito diseño donde la cocina vegana brilla como en ningún otro lugar de Santiago.
Al interior del Hotel Bidasoa, en Av. Vitacura, se encuentra el restaurante vegano Casa Sanz. Con una cocina de autor vegana, colorida, sabrosa y chispeante que se envuelve de la atmósfera vintage que decora los rincones del lugar, uno quisiera que los platos demoraran un poco más para aprovechar ese tiempo contemplando el entorno lleno de detalles, texturas y colores. Pero el servicio es diligente y la comida es igualmente cautivante en su belleza.
Nada mejor que partir con algo de finger food para distender la jornada: unas “chuletitas” de choclo (un cuarto de choclo con su coronta asado y aderezado con salsa de queso vegano, para comer igual que una costilla) a modo de appetizer cortesía de la casa, o también un pocillo de Edamames trufados para picar uno a uno y estrujar sus carnosas semillas ($6.900).

“Casa Sanz es un lugar donde las personas comparten, celebran, se transforman y crecen. Cada plato busca ser un portal hacia una nueva realidad, hacia un nuevo camino. Cada creación intenta ser una pregunta, una invitación, una instancia de inspiración”
Carolina Garay, chef ejecutiva de Casa Sanz
El salón se llena del aroma intenso de las papas fritas trufadas ($7.900) que no paran de salir acompañadas de cócteles como el Sake Sour, sutil y delicado elaborado con sake, pisco, jugo de limón y acuafava para la espuma ($6.900). O el 007, versión local del Vesper Martini a base de vodka, gin y Lillet, clásico inigualable – power y de perfil seco – que tomaba James Bond en sus películas ($7.900, en la foto que sigue).

Continuamos con un fresco y sabrosísimo Carpaccio tricolor con verduras finamente laminadas, espárragos, zanahorias baby confitadas, ceniza de puerros, aderezo de mostaza y miel de maple, alcaparrones, queso feta y brotes ($12.900, en la foto que sigue). Viene acompañado de galletas crackers de multi semillas, muy nutritivas, libres de gluten y hechas a base de harina de almendras, linaza, chia, sésamo y semilla de calabazas.
La mejor cocina vegana, sin lugar a duda, es aquella que es honesta y no intenta ser otra cosa. No intenta ser carne, ni leche, ni huevos. Es puro vegetal, versátil, bien trabajado, condimentado con astucia y servido con orgullo.

¿Qué tal unos rolls? La Hora del Amor, roll envuelto en pimiento rojo ahumado relleno de berenjenas crocantes, tomates asados, cebolla caramelizada y queso de la casa es un roll vistoso y sugerente ($13.900). El Spicy Sweet Tropical en tempura, relleno de shitake crocante, piña, cebolla y crema de tofu con salsa de merkén y siracha es un roll algo más picaresco ($13.900), mientras que el Santé, envuelto en pepino y relleno de tofu marinado en sake, palta, pimientos, pepino encurtido, algas wakame crocantes, salsa ponzu y un toque de trufa blanca, tiene sabores más herbales sin dejar de ser profundos ($12.900).

Alta Vibración es sin duda una de las preparaciones más llamativas de la carta. Consta de varios rolls envueltos en hoja de arroz y rellenos de palta, lechuga, rúcula y ricota de almendras coronados con chips de topinanbour ($13.900, en la foto anterior). “La inspiración de este plato (uno de mis favoritos) nace de mi primer contacto con la cocina crudivegana hace un par de años atrás, lo que me cambió no solo a mí personalmente, sino que también en mi forma de ver y entender la cocina. Desde ese entonces me he propuesto mostrar que la cocina basada en plantas no es para nada aburrida” nos cuenta Carolina Garay, chef ejecutiva de Cada Sanz,
El jackfruit, una fruta carnosa y consistente con una textura increíblemente similar a la carne, es la protagonista de uno de los platos más singulares de Casa Sanz. Originaria de Indonesia, puede llegar a pesar 50 kilos y es cultivada también en la Amazonia del Perú y Brasil.

“Cuando probé el jackfruit por primera vez supe que tenía que incluirlo en algún plato, me encantó la textura y sabor realmente sorprendente, más todavía que sea la fruta más grande del mundo” nos cuenta Carolina, quien en Casa Sanz lo sirve confitado sobre unos ñoquis de papas chilotas moradas con salsa de quesos veganos, salvia fresca, salsa de vino tinto, arándanos, papas hilo, brotes y flores comestibles (Confit de Invierno, $13.900, en la foto anterior).
A la hora de los postres seguimos con maravillas como el Brownie con café, nueces y rica-rica que estaba en su punto más untuoso y que gozaba de una arista fresca aportada por la hierba altiplánica, cubierto de ganache de chocolate y nibs de cacao, y acompañado de helado de maní salado con sal de mar ($6.900). El Gran Silencio, un gran macarrón de vainilla relleno de ganache de lychee, menta, crema de vainilla y coronado por un caviar de frambuesa que honra su nombre al dejarte sin palabras ($6.900). Y el Domo de mousse de avellanas europeas y cacao amargo con leche de coco y centro de salsa de maracuyá y base de frutos secos ($6.900).

Las maravillas no terminan aquí. Casa Sanz ostenta de una cocina de “alta vibración” preocupada de generar una huella de carbono neutral. Para ello se ayudan de la implementación de cocinas eléctricas y compensan sus emisiones plantando árboles. El hotel también funciona de esta manera, usando autos híbridos y sistemas sustentables en todas sus habitaciones.
Además el restaurant cuenta con una agradable terraza cuya apacible vegetación le permite quedar completamente aislada del bullicio de la avenida. A pesar de que se puede ver la calle entre las plantas, uno se siente en otro mundo contemplando el paso de los autos y de la gente sin mayores perturbaciones. Es pet friendly y tu cachorro estará feliz de compartir contigo una tarde en tan hermoso lugar donde el reino vegetal tiene tanto que ofrecer.
Casa Sanz – Hotel Bidasoa
Av. Vitacura 4873, Vitacura.
@hotelbidasoa