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Un 2017 visitando viñedos y bodegas (II)

Más allá del propósito original de visitar viñedos y bodegas durante el 2017, tenía ganas de dar un salto más largo y llegar a conocer el Valle del Itata. Por suerte a mediados de noviembre los astros se alinearon y pude hacer el viaje, en un itinerario que incluyó la visita a dos amigos productores de vino.

Al llegar a la zona, me recibió en Chillán el enólogo Juan José Ledesma, con quién gracias a las redes sociales, había coincidido hace un par de años tanto virtualmente como en persona. Luego de recogerme en el terminal de buses, Juan José me llevó a su bodega, ubicada en la localidad de Coihueco. En el trayecto y durante la visita misma me introdujo a los detalles más relevantes, tanto de Terroir Sonoro, como los demás vinos de Viñas Inéditas. La mejor parte sin dudarlo, fue el poder probar copa en mano, muestras de sus Moscateles, País, Cinsault y Malbec, todas tomadas directamente de las barricas. Esto, y por supuesto además el escuchar junto a los vinos, algunos acordes de la música compuesta por él mismo, para su innovador proyecto.

A Gustavo Riffo de Viña Lomas de Llahuén en cambio, lo conocí personalmente el 2016 siendo compañeros del Diploma de Viticultura y Enología de la Fac. de Agronomía de la U. de Chile. Un año después, antes de regresar de mi viaje al Valle del Itata, pude acompañarlo en sus tierras, las que se sitúan muy cercanas a Guarilihue y Portezuelo. Memorable fue la experiencia de ver desde su mirador, cómo el atardecer caía sobre los viñedos. La geografía que la región tiene, sus tradiciones y la honestidad de su presente, se hicieron tangibles tanto en la grata conversación que tuvimos con Gustavo, como en cada uno de los vinos degustados en esa ocasión, en particular su Carignan y Cabernet Sauvignon.

Ahora bien, si de compañeros del diplomado se trata, Sebastián Peñaloza fue otro con quien tuve la suerte de compartir durante el 2017. Agrónomo de profesión, se embarcó junto a su suegro en el programa de estudios como una forma de potenciar su proyecto vitivinícola familiar llamado Viña San Francisco de Las Quiscas. Fue a fines de noviembre, cuando simplemente tomé el auto y me dirigí a visitarlos al Valle de Rapel, muy cerca de Las Cabras. Allí me esperaba Sebastián, quién además de acompañarme a caminar entre hileras, me mostró los planos hechos por su mujer para lo que en un futuro sería la sala de barricas. La guinda de la torta fue la degustación del que será prontamente su vino, incluyendo sus partes Carmenere y Petit Syrah, así como el ensamblaje final (aún no comercializado).

Finalmente, ya casi cerrando el 2017, y de la mano de Carlos Arévalo (más conocido en las redes como “Charles Wines”) surge la posibilidad de ir a Rengo a conocer la Viña Torreón de Paredes. Se imaginarán que fue imposible negarse a dicha invitación por lo que partí al encuentro. En el lugar, Carlos me mostró las instalaciones y sus cuidados jardines, además de la torre – que da el inconfundible nombre a la viña – en la foto. Luego pude disfrutar de una especial selección de vinos acompañada por Álvaro Paredes y su hija Isabel, enóloga de la viña. La degustación incluyó: Chardonnay (2016) línea Torreón de Paredes, Sauvignon Blanc (2015) Reserva, Pinot Noir (2012) y Cabernet Sauvignon (2012), estos últimos de la línea Reserva Privada. Al término, todos coincidimos en que habíamos vivido un gran momento de vinos. Para no olvidar.

Cerrando esta revisión es importante añadir algunas palabras. Si hay algo en este mundo del vino que no me es posible dejar de admirar, es el valor innegable de cada una de las personas que junto a su trabajo, compromiso y convicción, van tejiendo la historia de nuestra cultura de vinos. Agradecida concluyo que el propósito seguirá intacto este 2018, por lo tanto, retomo mis pasos. ¡Hasta pronto!

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