Todo propósito nació para ser alcanzado, aunque alguno no sea trivial ni signifique más de un esfuerzo el conseguirlo. Ahora bien, cuando el propósito involucra conocer, compartir y disfrutar la cultura cotidiana del vino, lo mejor es enfocarse y dar el primer paso, que los siguientes vendrán por añadidura.
Terminaba el año 2016 y entre otros, se grabó en mí la idea que el 2017 sería el año en que mi agenda debía sí o sí organizarse, de modo que pudiese escapar de la ciudad y sumergirme unos instantes entre viñedos y bodegas. Afortunadamente hoy puedo decir que ante todo pronóstico, fue posible lograrlo y cálidamente fui recibida por siete productores, a los cuales les estaré siempre muy agradecida.
Partí a comienzos de agosto y el primer viñedo que visité fue Viña El Abrazo, ubicada en localidad de Cholqui, muy cerca de Melipilla (Valle del Maipo). Me llevó mi amigo Marco Monsalve, con quien hicimos el viaje juntos, ida y vuelta en mi auto. Al mirar hoy hacia atrás, puedo decir que fue una experiencia muy enriquecedora, donde nuestra inagotable conversación de vinos se matizó, con la oportunidad dada de caminar las empinadas laderas donde están plantados los viñedos de Syrah, Cabernet Sauvignon, Carmenere y Malbec. Luego continuamos probando directo de sus barricas algunos de los vinos monovarietales que dan origen a su ensamblaje “Gran Abrazo”. Ciertamente, fueron éstas seis horas intensamente vividas, que difícilmente olvidaré.
La siguiente en la lista fue Viña Huelquén (en la foto) también en el Valle del Maipo, ubicada en localidad homónima a tan solo 50 minutos de Santiago. Recuerdo que los días anteriores habían sido de abundante lluvia, sin embargo, cuando me aventuré a visitarla, el cielo estaba increíblemente azul. Era fines de agosto, por tanto, un día así en medio de un viñedo orgánico, fue un placer en sí mismo. En la viña me esperaba Mario Ravenna quien, como miembro de la familia dueña del negocio, pudo compartirme detalles de gran interés respecto de su historia y actual devenir. Sin duda lo mejor fue escucharlo con detención, luego de subir en su camioneta 4×4 a unos lomajes y mirar desde ahí las hileras de Cabernet Sauvignon y Carmenere, flanqueadas en el horizonte por la cordillera de Los Andes.
La visita a Viña Casa Silva fue los primeros días de octubre y se planificó, para que la misma fuese el perfecto preámbulo a una estadía por dos días, en el Valle de Colchagua. Esto, porque está ubicada muy próxima a la Panamericana Sur, en salida a Angostura, a 5 km de San Fernando. En dicha ocasión me recibió su enólogo asistente Matías Pincheira, quien con gran amabilidad y cercanía me mostró en detalle las instalaciones, para luego dar paso a una magnífica degustación de vinos. La misma incluyó probar al pie de los estanques ejemplares de Sauvignon Blanc, Chardonnay, Carmenere y Syrah entre otros. A continuación, me invitó a catar una selección muy particular de sus vinos embotellados, lo cual se llevó a cabo en un amplio y tradicional salón de cata. Allí se pudo degustar Sauvignon Blanc (2017) de la línea Reserva, Carmenere (2016) de la línea Gran Terroir y un Romano (2015), aún no comercializado. El broche de oro de la visita fue sin dudarlo, el caminar a mis anchas por los viñedos y antes de emprender el viaje, poder capturar en algunas fotografías, la quietud del entorno. [continuará…]