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Mareal: el gran boliche de mar brilla en Pichilemu

A un par de cuadras de la playa principal de Pichilemu, el restaurante comandado por el cocinero Gustavo Moreno destaca como una de las mejores propuestas gastronómicas regionales. El producto marino es el protagonista, que va de la mano de un cálido servicio y una más que interesante lista de vinos para descorchar.

Texto y fotos: Juan Ernesto Jaeger

Mareal es uno de esos lugares al que uno le gustaría ir para su cumpleaños, no solo por su cocina, que es sabrosa y contundente, sino porque también ha engrosado (y de muy buena manera) la oferta gastronómica costera y regional del cada vez más atractivo balneario de Pichilemu.

El eje Pichilemu – Punta de Lobos – Cahuil ha conformado en los últimos 5 años un atractivo polo gastronómico que atrae turistas y gente con ganas de conocer nuevos restaurantes fuera de la capital, ahora que ya no tenemos restricciones sanitarias producto de la pandemia. Los destinos a unas 2 ½ a 3 horas de Santiago (dependiendo del flujo vehicular) merecen sin duda una visita, una escapada gastronómica.

A la izquierda, Gustavo Moreno; a la derecha, la barra de Mareal.

“Boliche de mar” le dice Gustavo Moreno (cocinero y dueño, el mismo que por años estuvo tras el proyecto Soul Kitchen) en las redes sociales a Mareal, y era que no, si está a dos cuadras de la playa de Pichilemu. Mareal funcionó por un par de años con almuerzos y cenas escondidas hasta que el 30 de noviembre abrió oficialmente en Av. Ortúzar, céntrica ubicación en el balneario de la VI Región.

La propuesta de Mareal se basa en mucho producto fresco marino, el cual se intercala con distintos acompañantes y aderezos que aportan en equilibrio a un abanico de sabores que explotan en la boca. Gran parte de la materia prima que Moreno utiliza en su cocina proviene de los alrededores de Pichilemu, y eso, tiene un gran valor.

Udon Lo Mein – Pasta japonesa.

Partimos con un clásico de la casa: el tiradito de lenguado con erizos, mantequilla tostada y vinagreta picante. Las láminas del lenguado tenían una textura sedosa y formaban un perfecto conjunto de sabores junto a la mantequilla y los erizos. Imperdible porque, además, la vinagreta entregaba una dosis equilibrada de picor. Otra dimensión. Sacó aplausos de todos los comensales.

Mérito aparte para su carta de vinos, conformada por una lista de pequeños productores, algunos de ellos de la zona y elaborados con mínima intervención. Hay espumantes, pet nat, sidras, rosados, naranjos, blancos y tintos, escogidos con pinzas. Hay una pequeña selección de vinos por copa ($6.000) y el descorche tiene un valor de $10.000 por botella.

A la izquierda, Tostón con crudo de corvina; a la derecha, Tiradito de lenguado con erizos.

La carta nos siguió sorprendiendo con el tostón (un pan de molde de la casa dorado con mantequilla) que llevaba encima crudo de corvina con mayo kewpie, salsa verde de piures y ulte. Va variando el pescado de acuerdo a la disponibilidad y la temporada. No habíamos comido nada parecido antes. La crocancia del pan se va fundiendo en lo sabores marinos suavemente. Antes de terminar de masticar ya queríamos otro bocado. Especial para compartir.

Hay un apartado especial para las burgers (5 tipos diferentes), todas, por supuesto, con pescado como relleno principal. Reineta cornflakes o mix de pescados, pan brioche de elaboración propia o una de bao hecho al vapor. La combinación con otros ingredientes las hace únicas: coleslaw, mayo de ají amarillo, salsa hoisin, chimichurri o salsa tonkatsu, entre otros. La carta siempre está cambiando y eso la hace más entretenida. Puede que algunos de estos sabores no estén hoy, pero sorprenden igual otras nuevas incorporaciones.

A la izquierda, Burger Kimchi; a la derecha, Apple Pie y Tarta Vasca.

Ya casi no había espacio para los postres pero no por eso dejamos de probarlos y ¡vaya que valió la pena! De tres opciones probamos dos: un pie de manzana frito con toffee de miso y helado de nocciola. El otro era una tarta de queso con compota de berries. La cuota dulce para cerrar una tarde perfecta en Pichilemu.

El consumo aproximado en promedio por persona es de $25.000 pidiendo una copa de la carta y varía, por supuesto, dependiendo del vino por botella que se seleccione de la lista, cuyos precios van entre los $20.000 y $25.000 mayoritariamente.

Mareal abre de miércoles a sábado de 13.00 a 15.30 y de 19.00 a 22.30 horas. Domingo de 11.00 a 16.30 horas. No hay reservas, solo por orden de llegada.

Av. Ortúzar 255, Pichilemu
+56 9 9003 0088.
@mareal.cocina

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