
Pocas viñas en Chile pueden darse el lujo de conocer tan bien al Carmenère, esa cepa que se creía extinta y que en 1994 fue redescubierta en Alto Jahuel, pleno Valle del Maipo. La que por entonces todos juraban era Merlot, crecía también feliz entre viejas parras del Valle del Maule, ahí, donde precisamente la Viña Terranoble puso en 1993 sus primeras fichas. Mientras otras volvían al Merlot, esta joven viña apostaba por la cepa perdida, en un intento por domesticarla sin importar los tropiezos.
El tiempo hizo al maestro y tras todos estos años, Terranoble – pronto a celebrar 30 años de vida – tiene entre sus filas uno de los mejores Carmenère de Chile. Prueba de ello es CA1 y CA2, dupla que nace el 2008 y de la cual, hace pocos días pudimos comprobar en una inédita cata vertical de este Carmenere de Colchagua – de Costa a Andes -, en 6 añadas y 12 vinos que muestran su tipicidad, evolución, singularidad y puntos de unión.
Mientras CA1 proviene de la zona de Los Lingues, a los pies de la cordillera, CA2 lo hace de la zona costera de Lolol, a 47 km del mar. Para esta cata, se eligieron las añadas 2011, 2012, 2014, 2016, 2018 y 2020 para ejemplificar las diferencias y semejanzas de la variedad plantada en dos distintos terroir, Andes y Costa. Actualmente, las cosechas que están presente en el mercado son la 2019 para CA1 y la 2020 para CA2.
Sobre la vinificación a lo largo de estos años, Marcelo Garcia, enólogo de viña Terranoble desde el año 2018, comenta que ha ido cambiando tanto en los tiempos de guarda de 12 a 16 meses como también en el uso de barricas. En un comienzo sólo nuevas a nuevas y de segundo uso, incorporando también el uso de fudres sin tostar para dar más presencia de fruta y taninos en el vino. “Nos interesa mucho en Terranoble que se sienta el terroir de cada carmenere, y su fruta”. Añade Marcelo Garcia y agrega, “cada vino se vinifica por separado, pero tienen las mismas condiciones de guarda y tiempos”.

Así, y en este viaje por el Carmenere de Colchagua, nos encontramos con un CA1 que parte el 2011 con una añada con menos fruta y más presencia de barrica, reflejado en notas tostadas, cuero, tabaco y tierra de hojas; desde el 2012, mayor acidez y desde el 2014, la fruta va marcando más terreno con ciruelas y moras que se mezclan con un fondo especiado que recuerda al cardamomo. La cosecha más joven (2020), muestra además un lado vegetal y fruta más fresca.
El viaje del CA2 se inicia con un 2011 mucho más especiado, con algo de fruta negra y toques a pimienta negra. El 2012, al igual que su hermano CA1, ya exhibe mayor acidez, un tanino más amable y fruta roja, características que se mantienen en las siguientes añadas. El 2018 evoluciona con un perfil donde hay clavo de olor y notas verdes a cedro, mientras que el más joven de la camada (2020) se revela con mucha más fruta y un toque picante a paprika.
¿Un denominador común entre CA1 y CA2? Muchos, partiendo por su frescura en boca, acidez, complejidad y carácter gastronómico. Dos Carmenere que muestran la tipicidad de la cepa y que en sus próximas añadas habrá que seguir de cerca.
Los Carmenere CA1 y CA2, se encuentran en el mercado, a través de El Mundo del Vino y en la tienda web de la viña, wwwmiterranoble.cl