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Amanikkei: el izakaya que debuta en Ñuñoa

Amanikkei
Foto © José Ignacio Matamala

La experiencia de probar productos marinos frescos es única.  Pero esa sensación de poder sentir las olas casi acariciar la boca se logra solo con un respeto prolijo de la pesca, algo que en Amanikkei logran de manera sorprendente con preparaciones que se ajustan a lo que el mar pueda entregarles.

Paseando por los rincones de Ñuñoa uno siempre puede encontrarse con grandes sorpresas. Y ese es el caso de Amanikkei, el nuevo “hijo” de un clásico del barrio, Patagonia Sushi . En este espacio que se abre camino al más puro estilo de los clásicos izakayas japoneses, el Chef José Ignacio Matamala deja fluir su creatividad y amor por el producto marino, enfocándose en peces y mariscos de la temporada, respetando las vedas con voluntad de hierro, protegiendo y cuidando el mar con sus propias manos. Él mismo bucea y pesca, conoce el lecho marino y su abundancia como la palma de su mano. En Amanikkei hay un sello personal, íntimo. 

Dentro de la variedad de preparaciones degustamos los Nigiris ($ 4.500), en este caso, cuatro versiones: uno de pejerrey con salsa de ají amarillo y huevas de pez, otro de vieja con salsa picante y furikake  -un condimento hecho a partir de productos secados, típicamente japonés-, uno de corvina y otro de bonito con salsa cítrica de cilantro y quínoa frita. Cada uno de los bocados explotaba de sabor gracias a su chispeante frescura. 

Amanikkei
Foto © José Ignacio Matamala

Un infaltable son las láminas crudas y esta vez probamos el Usuzukuri de Bonito (cortes más delgados que el sashimi, en la foto anterior) con sal maldon, furikake de maracuyá y frambuesa, vinagreta de soya con leche de tigre y aceite de sésamo. Una perfecta amalgama de sabores que potencian la carne de pescado que es siempre lo principal en estas preparaciones. 

Para José Ignacio lo mejor es no atarse a ninguna preparación particular, ya que prefiere entregarse completamente a lo que el mar pueda brindarles y a partir de ello, crear.  

Seguimos con los Gunkan ($ 5.500) de tentáculos de jibia al olivo -como el clásico pulpo al olivo, pero reversionado- envueltos en nori con salsa de ají amarillo. Pequeños y profundos bocados que son toda una experiencia sensorial. 

Amanikkei
Foto © José Ignacio Matamala

Claramente no podían faltar los sushis, y en esta ocasión degustamos un Sushi Acebichado ($ 7.700) relleno de camarón tempura, palta, cebolla y envuelto en reineta fresca, suavemente rosada. Recubierto de salsa acebichada clásica, ají amarillo y terminado con huevas de pescado. Un sushi contundente, fresco, sabroso y delicado a la vez.

En sus redes sociales se nota el esfuerzo por educar al comensal. Una filosofía que nos enseña a que debemos aprender a comer lo que la naturaleza nos brinda sin presionar ni explotar. El respeto por las vedas es responsabilidad principal de los restaurantes, pero el cliente final es el que tiene la última palabra. Si queremos seguir disfrutando las bondades que nos entrega la tierra y el mar también debemos poner de nuestra parte y apoyar para que la regeneración nos asegure disfrutar de estas delicias incluso en las próximas generaciones. 

Es genial ver como una nueva generación de cocinas se abanderan con esta labor tan compleja que es educar paladares y Amanikkei lo hace con hermosa sencillez en un pequeño rincón de la calle Echeñique, en Ñuñoa. El espacio es pequeño – la barra y un par de mesas-, así que cabe reservar con antelación. 

Amanikkei.
Echeñique 4715, Ñuñoa.
@amanikkei

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