
En la patagónica localidad de Chile Chico, unos 1.500 kilómetros al sur de Santiago, se encuentra el proyecto vitivinícola más extremo que se haya plantado en nuestro país. Aunque aún está fase experimental, Keóken espera comercializar sus primeras botellas a partir de la cosecha 2022.
Keóken es un concepto que en lengua Tehuelche significa “amanecer” y, además, es el nombre de los vinos más australes que se hayan elaborado no solo Chile, sino que también en el mundo. El proyecto es parte de la búsqueda del INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias) para desarrollar las viñas y la producción de vino en la Patagonia.
Marisol Reyes, investigadora enológica del INIA, nos comenta, en medio de la presentación de la cosecha 2021 del Chardonnay y el Pinot Noir, sobre las singularidades de Keóken, cuyos viñedos crecen en los bordes del lago más extenso de nuestro país, el lago General Carrera, unos 1.500 kilómetros al sur de Santiago. “Es un lugar apartado, de difícil acceso y con un clima extremo, lo que dificulta el manejo de las parras. La vendimia es muy corta y siempre tenemos el riesgo de las heladas y la alta ventosidad”.

Si bien son el Chardonnay, el Pinot Noir y el Sauvignon Blanc son las cepas que mejor se han adaptado al clima en Chile Chico, con temperaturas máximas de 25 grados durante la estación del verano, el proyecto tiene además otras cuatro variedades plantadas: Riesling, Gewürztraminer, Tempranillo y Portugais Bleu. En total hay 120 plantas por variedad que produjeron el año pasado aproximadamente 80 botellas de distintas microvinificaciones.
El equipo cuenta desde el 2021 con la asesoría enológica de Fernando Almeda (ex enólogo de Miguel Torres, hoy independiente y proyectos propios) que luego de reconocer el viñedo cuenta algunas ventajas del lugar, como las noches frías y largos días soleados en el verano, factores que sin duda permiten llegar a una fruta de gran calidad.

Más allá de los resultados, que son correctos, vinos que pueden beberse perfectamente acompañados de comida y en degustaciones como lo hicimos nosotros, Keóken tiene un gran valor simbólico y es mostrar que se pueden elaborar vinos en la Patagonia, una guía para productores locales interesados en proyectos de innovación.
“Lo que empezó con un par de hileras de Pinot Noir y Sauvignon Blanc que dejó Undurraga el año 2012”, nos cuenta Marisol Reyes, “hoy nos tiene muy entusiasmados porque hay un lugar en la región de Aysén que está empezando a despegar como zona productora vitivinícola, desde donde, ojalá, podamos obtener la primera partida de vinos comerciales a partir de la cosecha 2022”.