Experiencias Vinos que hay que probar

Vultur e Instinto del Maule: el racimo llevado a la botella

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Es “el racimo llevado a la botella”. Son las palabras del enólogo Felipe Riveros para calificar a estos vinos naturales o garage que se alejan de lo comúnmente bebido. Junto a él y Daniel Miranda, otro de los enólogos responsables de este proyecto, wherelunch.com degustó los vinos de InsTinto del Maule y Vultur Wines. El resultado: vinos honestos pero con personalidad que invitan a sumarse a la tendencia de la fruta por sobre la madera.

El paladar no se cansa de probar. Pero entre tanto degustar y degustar, siempre hay algo que sorprende y que inconscientemente uno almacena en esa biblioteca de los sentidos que cada uno tiene. Entre esas aventuras llegamos a Vulture Wines e InsTinto del Maule. Dos apuestas, cada una con personalidades distintas, pero con algo en común: la forma artesanal y la pasión con la que son elaborados.

Antes de tener la oportunidad de degustar una copa, es válido conocer su origen. El primero ubicado en el sector de Lolol, valle de Colchagua cuyas vides dan vida a Vultur Gryphus y Vultur Petite Sirah. En tanto, en el valle del Maule están los viñedos con más de 100 años de antigüedad de Cabernet Sauvignon, cepa predominante en el ensamblaje InsTinto del Maule. En cada uno de los viñedos, las vides están plantadas en sistema de conducción en cabeza, tal como en los orígenes de la viticultura chilena, permitiéndole una mayor expresión a la planta. Las uvas cosechadas en forma manual pasan además por una molienda a mano y por largas maceraciones en bins los que luego son llevados directamente a la barrica y casi 11 meses después llevados a la botella sin filtrar.

Para esta experiencia nos juntamos en el restaurante Casa Lastarria la que comenzó con Vultur Gryphus de 2011. Un ensamblaje compuesto por un 52% de Carménere, 16% de Petite Sirah, 16% de Petit Verdot y 16% Syrah. En vista es de un intenso color cereza y que en nariz se expresa con fruta roja como guindas, frambuesa y también algo de pimienta negra. En boca es fresco con taninos suaves y redondos y un final largo y agradable. Como armonía, el sommelier Marco Monsalve recomienda Asado de Tira glaseado en chancaca con papas rústicas y merkén, y a la hora de algo típico, un buen Pastel de Choclo.

El segundo que probamos fue InsTinto del Maule 2012, ensamblaje de 45% de Cabernet Sauvignon, 20% de Syrah y Carménere, 10% de Merlot y 5% de Petit Verdot. Un vino con sutiles aromas a fruta negra como a ciruela seca y que también recordó el carozo de un durazno, pero con toques especiados. En boca con taninos jóvenes pero redondos, con una rica acidez característica del Cabernet Sauvignon pero fácil de beber y de un final persistente. Ideal con preparaciones poco condimentadas pero sabrosas como una carne a la cacerola o una lasaña de osobuco.

Finalmente degustamos lo más interesante de Vultur Wines. Un vino 100% Petite Sirah de 2011 que de petite o pequeño tiene poco. En aroma predomina la mora y la guinda ácida pero también unos toques de violeta. Al oxigenar resalta un leve aroma a cuero. Un vino que en boca es poderoso y sorprendente, de taninos altos y marcados, con un final que perdura. Nos llevó a pensar de inmediato en una de las armonías que rara vez falla: un cordero al palo, sin mucha fanfarrea en su preparación sino de la forma más tradicional y simple posible. Tal como este y los dos anteriores. Vinos que vuelven al origen de la viticultura, a lo artesanal pero con calidad, a la fruta más que a la madera y que al degustar cumplen con lo prometido: vinos sin tapujos.

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